SOCIEDAD El ataque libertario a los cartoneros y una crisis social a punto de estallar
13/08/2025
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Reinaldo Portillo tiene 55 años, es presidente de la cooperativa Nos ponemos de Pie (Avellaneda) y narra en primera personas las consecuencias sociales de la apertura importadora para el cartón y la crisis que se vive en las calles.
“Nosotros somos el primer eslabón de una gran cadena; antes éramos cartoneros y con el tiempo pudimos convertirnos en recuperadores de materia prima. Vivimos del medio ambiente. También sabemos que, ante cada crisis, aumenta la cantidad de personas que salen a juntar. El cirujeo existió siempre. Pero hoy vivimos la peor crisis desde hace más de 20 años. Después del estallido de 2001 no vi nada como esto. La crisis se ve en todas partes”.
Reinaldo Portillo tiene 55 años y es el Presidente de la cooperativa Nos Ponemos de Pie, de la localidad de Avellaneda, dedicada a la recuperación de residuos, como el cartón. La crisis de la que habla es tanto social como económica, catapultada por las decisiones de la administración Milei que en 20 meses de gestión dio cuenta de que lo único que avanza es la crueldad y la exclusión.
Los cartoneros, carreros y recicladores, nucleados en la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) viven en carne propia dos de las medidas más crueles de la extrema derecha que gobierna el país y la Ciudad de Buenos Aires. Por un lado, la decisión del Poder Ejecutivo Nacional de abrir indiscriminadamente las importaciones de cartón que golpea de lleno a uno de los sectores claves de la economía circular, que hasta hace tres años podía vivir de manera diga con su labor en las calles de todo el país; por el otro, la disposición de la Ciudad de criminalizar a los recicladores. En la crueldad, la extrema derecha del país no posee internas.
Toda (des)regulación económica posee un impacto social. La apertura importadora para traer cartón de reciclado desde Brasil pudo haber beneficiado a un puñado de industrias que en último año logró acumular stock pero al mismo tiempo aplastó el precio que recibían los cientos de miles de recicladores urbanos organizados en cooperativas a lo largo y ancho de todo el país. A este escenario se le suma la crisis económica general made in La Libertad Avanza que coartó lo virtuoso de muchas economías circulares.
A las narrativas de la crueldad se le oponen otras voces, como las de Reinaldo Portillo. En 2001 tenía 30 años. “Yo trabajaba en la construcción, soy herrero y electricista, pero la crisis de aquel tiempo me obligó a buscar otras formas de sobrevivir. Somos el primer eslabón de una gran cadena; antes éramos cartoneros y ahora somos recuperadores de materia prima. Vivimos del medio ambiente. El cirujeo siempre existió pero creo que ahora estamos viviendo la peor crisis desde hace más de 20 años. Hoy es una pelea campal entre los pobres y pobres”, sostuvo en conversación con El Destape.
La apertura importada del cartón provocó que, si antes se pagaba 200 pesos el kilo en un galpón, en la actualidad se abona, en la región del AMBA, 60 pesos el kilo. ¿Comprenderá Federico Sturzenegger, autor de la resolución desreguladora, la dimensión social de su decisión? Si lo hace, entonces sería simplemente crueldad.
“Al abrirse la importación, teníamos un fabricante en Concordia, le vendíamos entre cuatro cooperativas cerca de 70 toneladas de papel blanco, ellos lo mezclaban con pulpa y lo reciclaban. Entre todos agregábamos valor. El hombre ya cerró. Somos una banda los cartoneros que vivimos del reciclado, también los que viven indirectamente de esta actividad, como los almaceneros, los quiosqueros, comerciantes chicos. Los del Gobierno no saben los que es la realidad. En épocas pasadas, comíamos asado los viernes. ¡A..sa…do los viernes y cerveza! A las madres les llegaba la plata para las zapatillas de los pibes. Hoy la desocupación creció. Hay tristeza”, describe Reinaldo.
- ¿Cómo sobrellevan esta crisis?
- Las mujeres, las compañeras, ellas son las que hacen la magia. Porque la guita no alcanza, la ropa de los pibes no se puede cambiar, las zapatillas empiezan a apretar, los pantalones de jogging quedan cortos. El otro día los escuchaba decir que la economía andaba bien, que éramos ricos. ¿Cuánto sale un kilo de carnaza para el guiso? ¿Cuánto tenés que caminar para juntar esa plata? Me van a decir de la inflación, y qué sé yo. La verdad, no soy economista. Soy cartonero. Pero antes el cartón tenía un precio y se podía vivir. Para reunir 200 kilos tenés que salir a las 6 de la mañana y agarrar la primera onda de las personas que sacan los residuos a la calle, y volver a las 6 de la tarde por 10.000 pesos. ¿Cuánto está un kilo de carne? Ponele 9000 pesos la carnaza para el guiso.
Lo que en 2001 inició como cirujeo luego se organizó en cooperativas de trabajadores y trabajadoras generando movimiento económico por todo el país, atacadas en la actualidad por la administración de la Libertad Avanza. La virtuosidad de la economía popular (que nada tiene que ver con lo que algunos llaman pobrismo), su funcionamiento y circularidad, son una bofetada para los dogmas libertarios. Por eso la bronca de los oficialismos de la Ciudad y Nación. De ahí su crueldad.
“La clase trabajadora, nuestra clase, no llega a cubrir las primeras necesidades, no tiene para cubrir la olla. Y a eso tenés que sumarle la política de la Ciudad, donde no quieren cartoneros. Esto es lo mismo que pasaba en 2001, cuando te llevaban preso porque decían que la basura era del CEAMSE. Hoy frenan camionetas que quieren entrar a la Ciudad a recolectar residuos y no las dejan cruzar. En esa camioneta suelen viajar cinco personas, son cinco trabajadores, son cinco familias a las que hoy dejan sin nada”, afirma el titular de la Cooperativa Nos Ponemos de Pie.
La teoría del valor popularCon sus 55 años, Reinaldo tiene nueve hijos. De Avellaneda, viaja todos los días a Villa Soldati, su barrio actual. Con orgullo, enumera alguna de las actividades actuales de sus hijos e hijas, todos formados a partir de la escuela pública. Como si al pasar, pero con vos firme, cuela un “gracias a Néstor y Cristina”.
Una de sus hijas es maestro mayor de obras, otro hijo de 21 es electromecánico y ahora estudia en la Universidad Pública; en la cooperativa también lo ayuda otro de sus hijos, electromecánico como su hermano, a quien Reinaldo le está enseñando a Soldar.
“Somos una banda de cartoneros - vuelve a remarcar-. En el único lugar donde están haciendo algo por nosotros es en la provincia de Buenos Aires pero la sábana es corta. Nosotros nacimos en el 2001 como cartoneros y ahora somos recuperadores de material prima. Nosotros trabajamos por el ambiente. Ese es nuestro valor”.
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